Dado que el presidente ruso, Vladímir Putin, no ha aceptado el alto el fuego en Ucrania, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha aumentado la presión sobre el Kremlin y ha impuesto sanciones contra los gigantes petroleros rusos Rosneft y Lukoil. EEUU también ha pedido a sus aliados que cumplan las nuevas sanciones. Es la primera vez desde que asumió el cargo que Trump utiliza las sanciones como palanca directa contra Rusia.
Como parte de la decisión, las dos mayores compañías petroleras rusas -la estatal Rosneft y la privada Lukoil- fueron incluidas en la lista de sanciones. La medida tiene un peso simbólico y subraya la intención de Washington de apuntar al círculo íntimo del Kremlin, especialmente porque el consejero delegado de Rosneft, Igor Sechin, es conocido desde hace tiempo como hombre de confianza del presidente Putin.
Advertencia crítica de Bessent El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, advirtió de que las sanciones no sólo se aplican a las empresas y bancos estadounidenses, sino que también podrían afectar a todas las organizaciones internacionales que hagan negocios con estas empresas rusas en el futuro. Por ejemplo, los bancos que hagan negocios con Rosneft o Lukoil podrían ver congelados sus activos en Estados Unidos.
Este acontecimiento marca una fuerte escalada de las tensiones entre EEUU y Rusia y señala que Washington adoptará una postura más dura. Los analistas afirman que estas sanciones podrían perturbar significativamente las exportaciones energéticas de Rusia, una fuente clave de ingresos, y poner a prueba la unidad de los aliados occidentales que dependen del petróleo y el gas rusos.
Esencialmente, esta medida tiene un doble objetivo: aislar económicamente a Rusia y enviar un mensaje político de que Estados Unidos está dispuesto a actuar unilateralmente si fracasa la presión diplomática.