Según los últimos datos del índice de gestores de compras (PMI), la actividad económica del sector privado en la eurozona ha recobrado impulso, señalando un crecimiento cercano a su nivel más alto en 17 meses.
El repunte se debió principalmente a la recuperación de la industria manufacturera en Alemania y a una mayor demanda en el sur de Europa, donde el sector servicios se benefició de la solidez del gasto interno y del aumento de los pedidos de exportación. Los analistas afirman que esta tendencia muestra que la eurozona está saliendo lentamente de la recesión, apoyada por la caída de la inflación y la expectativa de que el Banco Central Europeo (BCE) recorte los tipos de interés a principios de 2026.
Francia, por su parte, sigue contrayéndose debido a la debilidad de la producción industrial y a la caída de la entrada de pedidos tanto en el sector manufacturero como en el de servicios. Los economistas advierten de que esta divergencia pone de relieve las dificultades estructurales, sobre todo entre las economías del norte, orientadas a la exportación, y los países del sur, que dependen en mayor medida de los servicios y el turismo.
A pesar del crecimiento desigual, la confianza de los inversores aumentó en toda Europa, los diferenciales de los bonos se estrecharon y los mercados de renta variable subieron con la esperanza de que el final del ciclo de endurecimiento del BCE esté cerca.